Jainismo de alta tecnología
Introducción
"Que todo lo que tenga vida sea librado del sufrimiento", decía Buda Gautama. La idea de una biosfera repleta de felicidad no es nueva. Los jainistas, por ejemplo, buscan nunca herir a otro ser sintiente, ya sea con sus palabras o sus acciones. Sin embargo, todos los intentos seculares o religiosos de crear una utopía se han estrellado contra la piedra de tope que es la naturaleza humana. La evolución no nos diseñó para ser felices.Aun así, una gigantesca revolución evolutiva está por ocurrir en el mundo viviente. La selección natural ha parido una especie capaz de editar su propio código genético, con la habilidad de erradicar las experiencias bajo el "cero hedónico" y de ser la ingeniera del bienestar de toda vida sintiente en nuestro cono de luz futuro. Dentro de poco, los agentes inteligentes podrán preseleccionar su propio rango hedónico: sus cotas inferiores y superiores, así como los puntos de ajuste hedónicos. La vida poshumana podría llegar a ser motivada por gradientes de dicha inteligente que tendría por defecto un tono hedónico órdenes de magnitud más rico que las experiencias más sublimes de la actualidad.
¿Por qué existe el sufrimiento?
Nadie sabe realmente por qué existe el sufrimiento. Hasta donde sabemos, las experiencias desagradables no son irremplazables ni computacionalmente necesarias para los agentes inteligentes. Los robots inorgánicos pueden programarse o entrenarse para evadir estímulos nocivos y responder a ellos sin afligirse subjetivamente. De manera similar, las máquinas que no tienen un origen biológico pueden replicar las funciones que cumplen nuestras emociones centrales más desagradables sin por ello experimentar esas "sensaciones puras" (que no son más que una implementación desprolija que arruina tantas vidas hoy).Por fortuna, resolver el problema del sufrimiento no estriba en que primero resolvamos el problema difícil de la consciencia. Las técnicas de escaneo neuronal y las herramientas de la biología molecular están descifrando los "correlatos neurales de la consciencia". Si utilizáramos la biotecnología para erradicar la firma molecular de las experiencias bajo el "cero hedónico", admitiendo algunas suposiciones bastante modestas, el sufrimiento fenoménico podría volverse físicamente imposible.
De esto surge una duda práctica. ¿Qué funciones psicológicas actuales deberíamos enriquecer, replicar y eliminar? ¿Qué tipos de funciones es mejor transferir a prótesis inteligentes y cuáles deberíamos modificar de manera biológica? Lo ideal sería abolir adaptaciones tales como nuestra predisposición a comportarnos de manera celosa, así como también las texturas subjetivas desagradables de estas conductas. Este tipo de rasgos darwinianos cuentan con pocos defensores, incluso entre bioconservadores. Presuntamente, otros roles, de forma notable la nocicepción, seguirán cumpliendo una función esencial para la prosperidad de los seres sintientes por el futuro previsible, aunque quizás jueguen este rol para siempre. En un primer momento, el uso de cribado genético preimplantacional puede asegurar que en el futuro los humanos sean portadores de alelos benignos asociados con "dolores menos intensos" como, por ejemplo, el gen SCN9A(1) que modula la sensibilidad al dolor. Quienes padecen insensibilidad congénita al dolor sufren de un déficit en el procesamiento de la información que los deja vulnerables a riesgos potencialmente letales. Por el contrario, las personas con una alta tolerancia al dolor no están expuestos a estos riesgos. En algún momento, podríamos llegar a transferir a prótesis inorgánicas inteligentes la tarea de evitar estímulos nocivos, permitiendo así que la vida gire en torno a gradientes de dicha sensible a la información.
La revolución reproductiva
La selección natural no le ha dado preferencia a la creación de arquitecturas motivacionales basadas en gradientes de felicidad: es un proceso "ciego". Las mutaciones genéticas son en la práctica al azar y la reproducción sexual es imprevisible. Mientras exista la reproducción será inevitable que existan también presiones selectivas. Pero la naturaleza de tales presiones selectivas cambia por completo cuando agentes racionales preseleccionan y personalizan los genomas de sus futuros hijos anticipándose a los probables efectos conductuales y psicológicos de sus elecciones. La selección "artificial" preventiva cambia las reglas del juego, tanto en humanos como en otros animales. A medida que avance la revolución reproductiva, se intensificarán las presiones selectivas opuestas a aquellos rasgos nacidos de los rincones más desagradables de nuestro código.Por supuesto, los "eventos" que ocurren en el curso de nuestras vidas nos importan muchísimo: el determinismo genético es superficial y simplista. Los genes y la cultura han evolucionado en conjunto. La epigenética, aquellos cambios heredables en la actividad de los genes que no son causados por cambios en la secuencia de ADN, y la activación puramente condicional de diferentes genes y combinaciones alélicas relacionados con rasgos psicológicos particulares, solo vienen a complicar esta ingenua historia. Sin embargo, los estudios en gemelos confirman que los puntos de ajuste hedónico (hablando de manera burda, aquello que modula si somos de temperamento alegre o melancólico) tienen un alto grado de carga genética. Siendo más específicos, estudios de, por ejemplo, el rol que cumplen las variantes alélicas del transportador de serotonina 5-HTT(2) (el "gen de la depresión"), el gen COMT(3) (alta o baja recompensa), y la variante por deleción de ADA2b(4) (el "gen del pesimismo") corroboran los estudios en gemelos(5) de nuestro rango hedónico heredable. En una era en que será rutina realizar cribados genéticos preimplantacionales, es de suponer que los futuros padres seleccionarán códigos que predispongan a sus hijos a una salud emocional, física e intelectual superlativa, por sobre preferir la enfermedad y la fragilidad.
Es incierto cuándo las presiones selectivas hacia estas predisposiciones alcanzarán una meseta de bienestar subjetivo. ¿Por qué habríamos de conformarnos con la mediocridad cuando podemos gozar de una vida sublime?
Modelar de manera creíble la trayectoria a largo plazo de las presiones selectivas en una era posdarwiniana es un desafío formidable. A pesar de esto, no son solo conjeturas. Con un ejemplo es suficiente. Imaginemos que puedes usar el cribado genético preimplantacional para elegir, de manera aproximada, el punto de ajuste hedónico de tu futuro hijo. ¿Qué tono hedónico elegirías por defecto? Haciendo una simplificación algo burda, designemos el −10 como una predisposición a la depresión crónica severa, el 0 como la posición hedónica neutral, y el +10 como la predisposición a una vida entera basada en gradientes de felicidad. Encuestas informales sugieren una preferencia media por el +7 o el +8, con un número algo sorprendente de personas que escogerían el +10. En la actualidad, los depresivos que adolecen de bases hedónicas por debajo del cero constituyen una minoría significativa de la población. A lo largo de nuestras vidas, la mayoría nos ubicamos en concentraciones densas a uno u otro lado del cero hedónico, con diferentes grados de estabilidad y volatilidad emocional. Sea como sea, para el objetivo de este experimento filosófico no es necesario suponer que la mayoría de los padres se preocupan principalmente por la felicidad de sus hijos per se. Por razones evolutivas, muchos padres albergan intensas ambiciones para su linaje. Si todo lo demás permanece constante, los niños con mayor resiliencia psicológica tienden a ser "ganadores"; y también es más divertido criarlos. Supongamos que estas anécdotas subjetivas y poco rigurosas fueran apoyadas por ensayos bien controlados. ¿Qué configuraciones hedónicas elegirán estos niños (súper) felices cuando les toque a ellos ser padres? Como consecuencia de tales decisiones parentales individuales (y quizás también producto del paternalismo médico) los niveles predeterminados de bienestar subjetivo aumentarán a nivel mundial a medida que se expanda la revolución reproductiva durante fines de este siglo y después. La iteración en la mejora de los sistemas de recompensa gracias a la ingeniería genética abre la posibilidad de que el límite superior sea de una riqueza hedónica inmensa, así como también se elevará el límite inferior: serán genomas verdaderamente reescritos y no tan solo seleccionados por el cribado preimplantacional. Los mecanismos de retroalimentación negativa de la caminadora hedónica seguirán funcionando, pero sobre una base más elevada. Existen miles de dificultades, pero también de potenciales recompensas psicológicas. La vida en el cielo es divertida.
¿Cuándo se pondrá en marcha la revolución reproductiva?
¿Predominará la reproducción sexual tradicional por siempre?En los primeros años del siglo XXI, existe un apoyo extendido al uso de la medicina genómica para erradicar trastornos terribles como la fibrosis quística o la enfermedad de Tay-Sachs. Sin embargo, este apoyo no es universal. Para bioéticos y futuros padres resulta más controversial la idea de eliminar genes y combinaciones alélicas que predisponen a trastornos de ansiedad y depresión. En Occidente, a diferencia de China(6), el debate se ve ensombrecido por el fantasma de la eugenesia. Los críticos de los "bebés de diseño" insisten en que la tristeza y el malestar son "parte esencial de ser humano". Sin duda, tienen razón. No obstante, el desánimo es tan devastador para la calidad de vida de quienes padecen depresión como lo son los trastornos genéticos y la fibrosis quística. La depresión lleva a casi un millón de personas a quitarse la vida cada año alrededor del mundo.
¿Dónde debería parar la corrección (o mejora) de nuestros genes?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades".
¿Por qué no tomamos la definición ofrecida por la OMS de forma seria?
Definida de esta manera, la completa salud solo puede ser conseguida por medio de la medicina posgenómica.
Los humanos sin estos tratamientos sufrirían de malestar incluso viviendo en el Jardín del Edén.
Autoedición rápida de genomas
La revolución reproductiva es una noticia potencialmente buena para nuestros hijos y nietos. ¿Pero qué pasa con los humanos de la actualidad? La predicción de que la ciencia médica podría curar el envejecimiento poco después de nuestra muerte puede provocar sentimientos encontrados. Ocurre lo mismo con la posibilidad de que nuestros descendientes puedan disfrutar de gradientes perpetuos de felicidad. Sin embargo, la revolución en la edición genética nacida de las CRISPR(7) anuncia una nueva era donde la autoedición rápida podría convertirse en la norma. La autoedición genómica rápida trae consigo la promesa de mejoras radicales no solo para nuestros descendientes, sino para nuestros yo del futuro. Y así como en la actualidad el uso de computadoras no requiere que escribamos lenguaje de máquina de bajo nivel, en el futuro podrán existir paquetes con herramientas de edición para nivel de usuario que revolucionen la experiencia de la modificación genómica a escala individual. Lo mismo puede ocurrir con las mejoras cibernéticas de nuestro cuerpo, las que podrían ser autogestionadas. A medida que nuestras máquinas artificiales se vuelvan más inteligentes, los robots orgánicos podremos editar de manera más efectiva nuestro propio wetware biológico, entrando en un ciclo recursivo de mejoramiento personal.
La importancia de la recalibración
¿Por qué no maximizar la felicidad? Una venerable tradición en filosofía moral, el utilitarismo clásico o "hedonista", nos insta a maximizar la felicidad del mayor número de seres sintientes. Por razones desconocidas, el eje placer-dolor parece desvelar la métrica del valor y el desvalor inherente al universo. Naturalmente, no sabemos qué intensidades de dicha nuestros sucesores distantes elegirán, ni tampoco sus formas. Es concebible que una superinteligencia poshumana elija propagar una onda de utilitronio a través del cosmos. De momento, tenemos razones de sobra para ser precavidos.Es importante hacer énfasis en dos ventajas de la recalibración hedónica.
Primero, la aplicación del enriquecimiento hedónico en conjunto con la recalibración nos asegura que la capacidad de análisis crítico, el aprendizaje por refuerzo y la responsabilidad social puedan seguir existiendo al mismo tiempo que enriquecemos enormemente nuestra calidad de vida subjetiva. La recalibración socava el dilema del mejoramiento hedónico en su formulación tradicional. ¿Deberíamos elegir la cruda realidad o una fantasía escapista de autoengaño?, ¿el mundo real y sus complicaciones o la "máquina de las experiencias" de Nozick?, ¿la autenticidad o una vida drogados con soma?, ¿la píldora roja o la azul?, entre otros.
Pero este es un falso dilema. No es necesario que escojamos entre la píldora roja y la azul. Los individuos iluminados genéticamente podrán optar por una píldora púrpura, por decirlo así, que combine los beneficios del realismo con los de la recalibración. Sin duda que los sesgos cognitivos que son congruentes con los estados de ánimo representan un riesgo potencial en cualquier parte de la escala hedónica. Sin ellos, el estado de ánimo bajo podría no haber evolucionado en primer lugar(8). Pero el problema de ver el mundo color de rosa, por decirlo así, puede corregirse con herramientas de Inteligencia Artificial o con la racionalidad derivada de la teoría de la decisión. También se pueden llevar a cabo análisis de caso sobre la genética de personas atípicas con alto funcionamiento hedónico: almas afortunadas que gozan de temperamentos "hipertímicos" sin llegar a ser maniacos. No existe evidencia de que los rasgos como la empatía, la proeza intelectual y el carácter virtuoso sean menos comunes en hipertímicos que en depresivos(9). Lo que está claro es que, si todo lo demás permanece constante, la vida que tiene como motivación las experiencias felices se siente más valiosa que una vida mediocre, de la misma forma en que las experiencias mediocres son más valiosas que las desagradables. Tomemos como comparación nuestro aprecio por el arte, la música y la literatura. Si no es gratificante, no sirve. Manteniendo los demás factores constantes, la superfelicidad también es supervaliosa, al menos desde una perspectiva subjetiva; los filósofos podrán seguir debatiendo hasta el infinito su significancia (o insignificancia) trascendental. Dicho en tono informal, si resolvemos la felicidad, resolveremos el significado de la vida misma.
Un segundo motivo para enfocarnos en la recalibración por sobre la maximización de la felicidad es la diversidad cultural de la humanidad. Somos primates sociales y, como tales, nuestras preferencias suelen involucrar a los otros. Las personas alrededor del mundo tienen distintos sistemas de valores seculares o religiosos, así como billones de preferencias, triviales o profundas, inconsistentes y, con frecuencia, irreconciliables. La disputa sobre cómo vivir mejor se lleva a cabo entre teístas y ateos, deontologistas y utilitaristas, teóricos de la virtud y contractualistas, pluralistas y pragmáticos escépticos de las teorías. Es imposible satisfacer de manera lógica, y mucho menos práctica, las preferencias "idealizadas" de liberales y conservadores, cristianos y musulmanes, rivales amorosos o fanáticos del Manchester United y el Manchester City. En contraste con esto, mejorar nuestro sistema de recompensa puede enriquecer de manera radical nuestra calidad de vida sin forzarnos a participar del juego de suma cero que es endémico a la vida darwiniana y que nos hace elegir entre "ganadores" y "perdedores".
La recalibración de los puntos de ajuste hedónico no implica una reducción de la neurodiversidad o tener que creer en utopías ajenas ni en las concepciones sobre la buena vida que tengan otros –esto es, a menos de que tus principios incluyan la oposición a la recalibración misma–. El enriquecimiento hedónico puede preservar nuestros más preciados valores, preferencias y relaciones humanas y descartar los estados mentales que despreciamos.
En la práctica, por supuesto, los placeres y preferencias de los poshumanos podrían terminar siendo inconcebibles para los humanos.
¿Quién se beneficia?
A lo largo de la historia, los milagros del capitalismo consumista han sido disfrutados por una élite privilegiada primero, para luego filtrarse de manera lenta y errática al resto de la sociedad. Las tecnologías de información son diferentes. El precio de secuenciar un genoma ha caído. El cribado genético preimplantacional ya es más común en India y China que en Occidente. La naturaleza de los servicios centrados en la información es tal que, en la práctica, el precio tiende a cero. Reescribir genomas será tanto ética como financieramente rentable. El peso de la depresión, tanto clínica como subclínica, le cuesta en la actualidad cientos de miles de millones de dólares cada año a la economía mundial, sin mencionar siquiera la penuria que le inflige a sus víctimas. Eso es lo importante de los servicios centrados en la información: no es necesario racionarlos. Por ejemplo, las herramientas "ilegales" de edición genética serán tan inferiores a las legales como lo son las copias "piratas" de Microsoft Word: sin duda que un agravio para los abogados de propiedad intelectual, pero una fortuna para los usuarios finales.
El amanecer de la superinteligencia de amplio espectro
A primera vista, un mundo feliz parece ser un mundo de estancamiento intelectual. La distopía clásica de Huxley, Un Mundo Feliz, moldea nuestras preconcepciones de la felicidad universal. En realidad, la búsqueda del conocimiento apenas comienza. La ciencia natural puede describir matemáticamente las propiedades formales y estructurales del mundo físico con un nivel de fidelidad y poder predictivo impresionante. Sin embargo, al mismo tiempo, los estados de la mente en primera persona continúan siendo un enigma. La psicodelia inducida por drogas(10) nos apunta a la existencia de espacios de estado de la consciencia inmensos, tan diferentes como soñar lo es de estar despierto: una terra incognita de nuestra mente que cautiva por encontrarse allende los límites de la experiencia humana normal. Por desgracia, en la actualidad, la exploración psicodélica es peligrosa para la mayoría salvo para aquellos psiconautas con la mayor fortaleza mental. El riesgo de entrar en "viajes pesadillescos" acecha en la disfuncionalidad de nuestro sistema de recompensa. Por ello, las drogas psicodélicas son controladas en la sociedad contemporánea –y por eso la academia cae en lamentables discusiones filosóficas a priori sobre la consciencia–. Sobre los cimientos de un bienestar invulnerable podremos construir una ciencia de la mente posgalileana: una explosión del conocimiento que complemente la explosión de la felicidad.
El infortunio de ser cognitivamente modesto
La civilización humana está construida sobre el holocausto animal. Miles de millones de animales viven, sufren y mueren encarcelados en granjas industriales y mataderos cada año. Su sintiencia y su sapiencia son comparables a las que poseen los humanos durante la infancia temprana. La producción en masa de carne in vitro trae consigo la esperanza de remplazar la ganadería industrial y sus barbaries. La tecnología para el cultivo de productos cárnicos puede amplificar la benevolencia de los humanos hacia el resto de criaturas, que en la actualidad es mínima e inconsistente.Aunque es un uso más controversial, la tecnología puede acelerar nuestra transformación de victimarios de otros seres sintientes a ser sus benefactores en la naturaleza: expandiendo de manera intermitente nuestro "círculo compasivo". Este proceso civilizador no tiene por qué limitarse a una sola especie, sino que puede extenderse a todos los seres libres que habiten en las reservas naturales del mañana. Pronto, cada metro cúbico de nuestra biosfera será accesible computacionalmente para ser vigilado, administrado en detalle y controlado. La regulación de la fertilidad a través de métodos de inmunocontracepción puede remplazar a los ecosistemas darwinianos eliminando la hambruna y depredación. Si quisiéramos conservar algún animal que es carnívoro por obligación, podríamos modificarlo genética y conductualmente para que sea inofensivo. La asfixia, el destripamiento y la agonía de ser comido vivo pueden ser relegados al basurero de la historia.
Los críticos nos advierten con pesimismo sobre nuestra soberbia. Pero los Homo sapiens ya "jugamos a ser dioses" e interferimos a gran escala con el mundo viviente. Lo que está en duda es si actuaremos como deidades misericordiosas o desalmadas. Con el poder viene una intensificación de la complicidad. Es difícil predecir si los poshumanos preservarán aproximaciones reconocibles de la vida darwiniana humana o no humana. Tal vez nos transformaremos en súperseres posdarwinianos y erradicaremos la vida primordial. De momento, podemos adoptar una ética conservadora, pero compasiva, que represente un compromiso entre la crueldad de la biología de conservación ortodoxa y la extinción total de las formas de vida darwinianas. Los humanos y no-humanos que viven libres no pierden una misteriosa esencia cuando dejan de ser "silvestres". Al menos en este punto, los conservacionistas pueden dormir tranquilos.
El sufrimiento y los riesgos existenciales
El problema del sufrimiento puede parecer tangencial al riesgo de una catástrofe mundial y existencial(11). En realidad, conservar el statu quo biológico implica un riesgo para la civilización y quizás la vida misma. La evolución "diseñó" a los machos humanos para ser cazadores y guerreros. La existencia del sufrimiento en un mundo con armas de destrucción masiva representa un riesgo existencial y mundial catastrófico. Las personas deprimidas con angustia existencial, los misántropos, seguidores de cultos del fin del mundo y antinatalistas pueden verse atraídos por la idea de que la sintiencia es un error y actuar en concordancia. ¿Cuántas personas con tendencias suicidas se llevarían al mundo consigo mismos si tuvieran a la mano la tecnología apocalíptica? El mundo es más seguro si está lleno de amantes de la vida que de darwinianos inteligentes, pero atormentados. Si lo demás se mantiene constante, mientras más amen la vida los seres inteligentes, más motivación tendrán para preservarla.
¿Diseñar el paraíso?
Existen riesgos más indeterminados. Imaginemos que nos encontramos con una civilización avanzada que ha eliminado el envejecimiento, la enfermedad y las experiencias desagradables de cualquier tipo. En otras palabras, una civilización con las "Tres S": superinteligencia, superlongevidad y superfelicidad. Sus miembros disfrutan vidas motivadas por gradientes de dicha perpetua. ¿Qué argumentos podrían esgrimir los críticos humanos para persuadir a los miembros de esta especie y convencerlos de reintroducir el sufrimiento, la depredación, el parasitismo, el envejecimiento y las penurias de su pasado ancestral? Estos extraterrestres nos considerarían locos: seres primitivos capturados por algún tipo de psicosis depresiva.Y, sin embargo, a pesar de las apariencias, esta civilización avanzada es culpable de un único error ético cuyas consecuencias resultan catastróficas: sus miembros han adoptado el imperativo hedonista(12) con demasiado ahínco y se han volcado a sí mismos de forma prematura. Podrían haber, en cambio, lanzado una misión de rescate al cosmos para salvar a las vidas darwinianas de la Tierra, consumidas por el dolor, y haber asumido su responsabilidad como tutores del universo físico dentro de nuestro horizonte cosmológico.
En el mundo real, quizás somos los únicos en el Universo. Los cielos parecen desiertos. Los cínicos podrían apuntar al desastre que es la tierra y hacerse eco de las palabras de C.S. Lewis: "Roguemos por que la especie humana no escape jamás de la Tierra a esparcir su iniquidad a otros lugares". No obstante, nuestra responsabilidad ética es descubrir si existen otros sufridores dentro de nuestro horizonte cosmológico, establecer los límites teóricos superiores de la agencia racional y asumir la responsabilidad de tutelar nuestro volumen de Hubble. La responsabilidad cósmica requiere de una superinteligencia de amplio espectro: ser felices sin perder la consciencia de nuestro entorno; una especie de jainismo de alta tecnología a escalas cósmicas. Aún no sabemos si el final de la historia de la vida tendrá un final feliz.
* * * REFERENCIAS
1. Reimann. F. et al. "Pain perception is altered by a nucleotide polymorphism in SCN9A." Proc Natl Acad Sci U S A. 2010 Mar 16;107(11):5148-53. doi: 10.1073/pnas.0913181107.
2. Lykken, D., Tellegen, A. "Happiness Is a Stochastic Phenomenon." Psychological Science Vol.7, No. 3, May 1996.
3. Karg, K., Burmeister, M., Shedden, K., Sen, S. "The serotonin transporter promoter variant (5-HTTLPR), stress, and depression meta-analysis revisited: evidence of genetic moderation." Arch Gen Psychiatry. 2011 May;68(5):444-54. doi: 10.1001/archgenpsychiatry.2010.18
4. Wichers, M. et al. "The catechol-O-methyl transferase Val158Met polymorphism and experience of reward in the flow of daily life." Neuropsychopharmacology. 2008 Dec;33(13):3030-6.
5. Todd R.M., et al. "Genes for emotion-enhanced remembering are linked to enhanced perceiving". Psychol Sci. 2013 Nov 1;24(11):2244-53. doi: 10.1177/0956797613492423.
6. Specter, M. (2014). "The Gene Factory: A Chinese firm's bid to crack hunger, illness, evolution--and the genetics of human intelligence". The New Yorker, January 6, 2014
7. Sander J.D., Joung J.K. (2014). "CRISPR-Cas systems for editing, regulating and targeting genomes". Nature Biotechnology. doi:10.1038/nbt.2842. PMID 24584096.
8. Sloman, L. (Ed.), Gilbert, P. (Ed.) (2000). "Subordination and Defeat: An Evolutionary Approach To Mood Disorders and Their Therapy". Routledge.
9. But see Jamison, R.J. (1996). "Touched with Fire: Manic-Depressive Illness and the Artistic Temperament". Free Press.
10. Shulgin, A. (1995). "PiHKAL: A Chemical Love Story". Berkeley: Transform Press.
11. Bostrom, N. (Ed), Cirkovic, M.M. (Ed). (2008). "Global Catastrophic Risks". OUP Oxford.
12. Pearce, D.C. (1995, 2014). "The Hedonistic Imperative". hedweb.com.
______________________________________________ David Pearce (March 2014)
Diego Andrade Yáñez (trans. Feb. 2021)
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